Editorial | Se fue un pedazo del alma del Juventud
Reflexiones sobre la partida de Ismael "Bichi" Núñez, un emblema que dejó huellas imborrables en el corazón de Laprida

19 de diciembre, 2025 Laprida, Buenos Aires
Hay pérdidas que duelen en lo más profundo, que nos recuerdan lo frágil que es la vida y lo importante que es reconocer a tiempo a quienes dejaron huellas imborrables en nuestro camino. Hoy escribo estas líneas con el corazón encogido, intentando poner en palabras lo que siento ante la partida de Ismael “Bichi” Núñez, un hombre que fue mucho más que familia para mí, un emblema del Club Juventud y un verdadero referente de nuestra querida Laprida.
Conocí a “Bichi” como se conoce a las personas que dejan marca: con su presencia constante, con su compromiso inquebrantable, con esa forma de estar siempre cuando se lo necesitaba. Era el padre de María Luján, el abuelo de mis nietos, pero también era esa figura que uno encuentra en los momentos importantes de la vida, esos que construyen comunidad y familia en el sentido más amplio de la palabra.
No puedo evitar pensar en todas las veces que lo vi entregado al Club Juventud, ese amor incondicional que solo tienen quienes entienden que un club no es solo un lugar, sino un sentimiento, una identidad, un legado que se transmite de generación en generación.
Y es que “Bichi” entendía eso mejor que nadie. Durante décadas fue el alma de las divisiones infantiles del Juventud. Lo vi acompañar a chicos desde que tenían apenas 3 años, con esa paciencia infinita que caracteriza a quienes realmente aman lo que hacen. No era solo estar presente en los entrenamientos o en los partidos; era construir sueños, era enseñar valores, era formar no solo jugadores sino personas.
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Más que un hincha, un constructor de legados
Me conmueve pensar en todos esos niños que crecieron bajo su mirada atenta, que lo tuvieron como referente en sus primeros pasos en el fútbol. Muchos de ellos llegaron a las categorías superiores, conquistaron campeonatos para el club, y en cada uno de esos logros estaba la huella de “Bichi”: su dedicación, su presencia, su apoyo incondicional.

🏆 Los campeonatos que nunca se olvidan
Porque eso es lo que hacen los verdaderos emblemas de un club: no se quedan con la gloria de los títulos, sino que se llenan de orgullo al ver crecer a esos chicos que un día llegaron con las zapatillas grandes y los sueños enormes. “Bichi” fue testigo y partícipe de tantas victorias, pero su mayor triunfo fue formar personas de bien, jugadores que llevaban con orgullo los colores del Juventud.
Y cuando no estaba en la cancha, estaba en el fuego, preparando esos asados legendarios que todos recordamos. Porque “Bichi” sabía que un club también se construye alrededor de una parrilla, en esos encuentros donde se comparten historias, risas, y se tejen los lazos que hacen de una institución deportiva una verdadera familia.
Cuántas veces lo vi en esos eventos, con esa habilidad única para hacer que cada asado fuera especial, para que cada reunión se convirtiera en un momento memorable. Era un especialista, sí, pero sobre todo era un anfitrión, alguien que entendía que compartir el fuego y la comida era compartir el alma del club.
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El vacío que deja un emblema
Siento muchísimo tu partida, querido “Bichi”. Siento que Laprida pierde a uno de sus grandes referentes, que el Club Juventud pierde un pedazo de su alma, que nosotros, tu familia extendida, perdemos a alguien irremplazable.

Hoy, mientras cierro la farmacia esta tarde para acompañar el duelo, pienso en lo injusto que resulta que la vida se lleve a personas así, de las que construyen sin pedir nada a cambio, de las que están siempre presentes, de las que dejan legados que trascienden su tiempo en esta tierra.
“Un club sin sus emblemas es como un árbol sin raíces. ‘Bichi’ fue de esas raíces profundas que sostienen todo, que alimentan cada rama, cada hoja, cada fruto que da la institución.”
Y aunque hoy el dolor es inmenso, aunque la ausencia se siente como un vacío imposible de llenar, me queda el consuelo de saber que tu legado permanecerá. Cada chico que pasó por tus manos, cada campeonato conseguido, cada asado compartido, cada sonrisa que arrancaste, cada enseñanza que dejaste, todo eso sigue vivo.
El Club Social y Deportivo Juventud de Laprida seguirá adelante, pero nunca será igual sin vos. Esa es la marca de los grandes: dejan un antes y un después. Y vos, “Bichi”, dejaste una huella imborrable en cada rincón del club que tanto amaste.
A María Luján, a mis nietos, a toda tu familia, les digo que compartan el orgullo de haber tenido a tu lado a un hombre así. Que encuentren consuelo en saber que tu recuerdo vivirá en cada generación de jugadores del Juventud, en cada historia que se cuente sobre vos, en cada vez que alguien mencione tu nombre con respeto y cariño.
Como farmacéutico he aprendido que hay dolores que no se curan con remedios, que hay pérdidas que solo se procesan con tiempo, con lágrimas, con recuerdos compartidos. Pero también he aprendido que el amor y el legado de las personas buenas nunca mueren, simplemente se transforman en memoria viva, en ejemplo, en inspiración para los que seguimos.
Gracias, “Bichi”, por todo lo que nos diste.
Por tu tiempo, tu dedicación, tu pasión por el Juventud.
Gracias por enseñarnos que ser emblema no es solo estar en los buenos momentos,
sino ser constante, ser ejemplo, ser parte de algo más grande que uno mismo.
Hasta que nos volvamos a encontrar, querido Ismael Alberto.
Tu recuerdo vivirá por siempre en nuestros corazones
y en cada rincón del club que tanto amaste.
Farm. Iván Aramburu
Farmacéutico • Laprida, Buenos Aires




