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Economía | Espejito espejito, quien es el político más bonito?

Por Matías Mittelbach

Lic. en Economía UBA

 

No hay feedback entre representantes y representados, con el agravante que, cuando asume el dúo Fernández, lo hace por medio de un pacto político que solo les permitió obtener la anuencia de la escasa mitad del electorado. La otra mitad, no los votó (y por supuesto, no estaba de acuerdo con la fórmula).

Esta unión “por la fuerza” nació con las características propias de una crisis de representación, pues, la falta de un liderazgo puro, sumado a otras características de índole técnica, hizo que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en 2019, designara a un personaje para el sillón de Rivadavia que ella no pudo ocupar.

Si analizamos los números de las elecciones, podemos intuir que esta crisis se venía gestando desde el año 2015, momento en el cual la fórmula de la Alianza Frente para la Victoria no alcanza a obtener los votos necesarios para ganar en una primera vuelta (Scioli sacó 9.338.490 equivalentes al 37,08%, mientras que la fórmula Alianza Cambiemos sacó 8.601.131 o sea el 34,15%) y que por supuesto termina ganando el ex presidente Mauricio Macri.

En segunda vuelta, lo números de votación del Frente para la Victoria se sostenían, pues, el total de votantes de la segunda vuelta para este partido político rondaban los 12 millones de electores (12.309.575 para ser más exactos).

 El problema se agrava en este último cuadrienio, donde se refleja el descontento de la población frente al modelo de gobierno que adopta el peronismo para manejar el país: el crecimiento de un sector gobierno cada vez menos eficiente, el aumento de la corrupción total y absolutamente explícita, el des manejo abierto del sistema judicial y la situación económica deplorable con aumento de la pobreza creciente, que desemboca en una crisis hiperinflacionaria hasta ahora sin resolver.

Los números de votación reflejan esta situación perfectamente: el Frente de Todos, que en 2019 tuvo 12,906 millones de votos pasa a tener en las PASO de 2023 6,460 millones de votos (un decrecimiento del 50,1%) y Juntos por el Cambio que obtuvo 10,811 millones de votos, en 2023 perdió 4,114 millones (obtuvo 6,696 millones) o sea el 38,1% de los votos.

Obsérvese que la pérdida más importante en términos absolutos la tuvo el gobierno.

En total, la disminución de votos suma la friolera de 10,600 millones. Los ausentes por su parte aumentaron de 6,781 millones a 11,358 millones (una diferencia positiva de 4,57 millones de votos). En este juego de suma cero aparece la variable más significativa del castigo a la crisis de representación política que es La Libertad Avanza, el partido de Javier Milei, que sin ningún tipo de estructura, logra quedarse con el 32,63% de los votos positivos (7,166 millones de votos). En este contexto es que se explica la incorporación de La Libertad Avanza al nuevo escenario político. Javier Milei tiene correlación positiva con la variable devaluatoria: en la media que aumenta el tipo de cambio, aumenta su caudal de votos y esto el gobierno lo sabe, lo tiene presente, y lo peor de todo, no puede resolverlo.

Este es el nuevo escenario que se presenta de cara a las elecciones nacionales de octubre. Un castigo que se hace cada vez más evidente y un sistema de representación totalmente desgastado que no brinda soluciones ni a corto, ni a mediano y probablemente ni a largo plazo, por en el largo plazo, estamos todos muertos.

 

 

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