Sociales | Héctor “Negro” Di Filippo: Una vida haciendo, construyendo, formando… ¡Feliz Cumpleaños!

por José Alfredo Cantero
joseacantero@gmail.com
para Laprida Noticias
Este día, viernes 21 de febrero, para muchos, pasa como un día más (incluso para el cumpleañero). Para otros no tanto, quizá seamos “melancólicos” (¿por la edad…? -“eso, eso, eso”, diría El Chavo). Así es que hoy quiero dedicarle un espacio a un vecino lapridense que cumple “83 pirulos”: Héctor “Negro” Di Filippo.
Una de las cosas que siempre agradezco a Dios (entre tantas), es que me conserva una buena memoria de cosas “de largo tiempo”. Me pasa que cosas recientes no recuerdo, es verdad.
Entre las cosas de más tiempo, me viene a la mente, cuándo y dónde conocí a “Negro”. No me costó nada relacionar aquel momento con su estado actual y cómo se “presenta”, casi como si los años estuvieran “congelados” y esperando para venir a él.
Para los que me conocen de la “vida real” (tenemos la vida virtual, donde no nos mostramos de cuerpo entero), ya saben que mi pierna izquierda no es perfecta. Y aquí “engancho” con la vida de mi querido amigo Héctor “Negro” Di Filippo.
No recuerdo exactamente en qué año fue, pero me aproximo que debe haber sido “por allá, cerca del 74-76”. Por aquellos días, lo recuerdo sin avergonzarme: mis abuelos estaban preocupados por mi estatura (si me ponían en un metegol me escondía tras el arquero… verdad) y hablaron con el Dr. Felipe Ortiz y su respuesta no los desalentó, pero les dio cierta tranquilidad: “Yo soy bajito y soy médico”, les dijo, agregando que “algo se puede hacer”.
Habló de un traumatólogo que vivía y atendía en Olavarría y también en otros hospitales y clínicas de la región, pero a Laprida no venía: Dr. José Piñeyro. En aquellos días atendía en el Instituto Médico Olavarría y allí fui. Resumiendo, esa historia dijo que iba a enyesar y luego trabajar para intentar acomodar la rodilla, aunque no daba seguridad de lograrlo. A decir verdad, con ese método, siendo yo de corta edad avisé que no daría resultado. Y así fue.
A los 15 días volvimos y se dedicó a enyesar. Toda la mañana le llevó y no por lo largo de mi pierna, sino porque “quien escribe” se dedicó a llorar y no quedarse quieto. No era para menos: tres meses de yeso me esperaban. Pero ese día hubo un accidente en Laprida o en un campo, ese dato nunca lo tuve en mente. El hombre accidentado fue “un constructor muy conocido que cayó mientras trabajaba en un tinglado”.
En Laprida ordenaron traslado a Olavarría, al Instituto Médico y su arribo coincidió con mi permanencia en dicho lugar. Una enfermera que no tengo su nombre, era quien secaba el yeso de mi pierna, delegó en mi abuela Dora el secado y se retiró a ayudar al médico en la atención de “un hombre de Laprida, que está con su esposa y los dos te conocen y quieren verte antes que te vayas”, dijo la enfermera.
“Palabras mágicas” para un niño. Porque eso hizo que no llorara más y me prepara para saludar gente de mi pueblo. Al salir de la sala, me llevaron a una habitación y allí estaba el querido “Negro”, (¡¡el hombre del Rambler!!) y su esposa Angélica, (¡¡la portera!!) y ahí nos saludamos, compartimos unos minutos y me fui absolutamente tranquilo. Vaya uno a saber por qué, pero desde ese día, ambos fueron mis grandes amigos.
Hoy, día en que Héctor está cumpliendo “83 pirulines” (recordando a Silvio Soldán en Grandes Valores), y verlo tan entero y tan fresco -por así decir-, me llena de alegría.
Gracias a Dios por su vida, por la vida de mi amigo, FORMADOR de una hermosa familia; CONSTRUCTOR por naturaleza, que HACE CAMINOS en la tierra y también con su honestidad y ejemplo de vida.
Feliz cumpleaños “Negrito” querido. Te deseo el día más lindo para tu cumple, aunque lo minimices diciendo que “es solo uno más”. ¡¡Felicidades!!!!